martes, 11 de diciembre de 2012

Sentir

Es tarde para escribir cosas coherentes en estas cuatro paredes. Pero siento que cuando tienes cosas que expresar no tienes limitaciones. Hablemos de sentimientos. De lo mucho que podemos llegar a sentir por los demás, de lo que nos duele ese amor que guardamos cuando lo perdemos... Son muchas sensaciones las que me gustaría expresar pero tengo pocas palabras para definir todo lo que escondo dentro. Es sensacional cuando una persona a la que admiras, te demuestra mediante actos o palabras que eres igual de significativa para ella, que te considera importante y que contaría contigo para desnudar sus complejos. 



Llevo días queriendo destacar y valorar en mi vida las cosas que me rodean y no lamentarme por las que no tengo. Es una forma fantástica de amargarse lentamente la de tumbarse a pensar en lo que no tenemos.Y aunque todas estas palabras suenen a las clásicas historias de adolescentes que sufren por amores no correspondidos, me refiero a historias con razón de peso, momentos que te lleven a situaciones con un significado que desborde valor. Lo que una hija puede sentir respecto a un padre, lo que un abuelo demuestra a un nieto o lo que una viuda siente al despedirse de la persona que le ha acompañado durante más de sesenta años.

                                                                   Iñigo Sesma


Me duele que duelan los amores. Me quema sentir angustia. Pero es maravilloso pensar que hay sentimientos que llegan a derramar lágrimas, que haya sensaciones que te hagan oler la locura de cerca y que no siempre seamos nosotros mismos los que los sintamos, sino que seguro, que en cualquier momento de nuestra vida nos dirán que se están empezando a volver locos por nosotros. Y es ahí, donde no sabremos como expresar lo que sentimos. 

lunes, 26 de noviembre de 2012

Jueves

No paro de darle vueltas a un tema. Quizás lo he visto con mis propios ojos y por ello, siento seguridad en afirmar que cuando una persona está apunto de irse, cuando está a las puertas de la muerte, lo sabe. Siento que tiene que ser un sentimiento diferente, una sensación que solo aparece en el momento que tiene que aparecer. Pienso mucho en aquella tarde en la que una de las personas más acojonantes que ha pasado por mi vida me lo demostraba. Era su momento y quiso decírmelo. 






Una mente inquieta y un nerviosismo generado por la situación, hacían que ese día no fuera como todos los demás. Movimientos rápidos de piernas, querer visualizar todo en una sola mirada y gritos. Gritos de molestia, de dolor, de despedida. Era una sensación de mirar a alguien que, en cierto modo, siente la necesidad de irse. Alguien fuerte que de repente, decide abandonar. Apostaría que sabía todo lo que le estaba sucediendo y no podía soportar la sensación de ser una carga. Era jueves.






El calor se impregnaba en las ventanas de, probablemente, el hospital más depresivo en el que he estado nunca. Las actitudes del personal fardaban de bipolaridad y te hacían sentirte débil. Suerte que destacaban personalidades maravillosas que cogían esa debilidad y te daban un empujón hacía la fuerza. Como digo, siento que las personas somos conscientes en el último momento de que no habrá más oportunidades. Me lo demostró. Cogiéndome la mano, dándole cinco besos y terminando con el gesto de la cruz, se despidió. Un adiós especial que separó físicamente a una admiración y a un amor que nunca dejaré de sentir. 










miércoles, 7 de noviembre de 2012

Pasan los días

Es acojonante como las personas se adaptan a una serie de circunstancias que nunca pensarían que podrían superarlas. Acostumbrados a tener una vida tranquila, sin sobresaltos, cuesta toparse con la realidad teniendo que sacar una fuerza abrumadora que será la clave para que no decaigas en ningún momento. 

La rutina se creó en un día a día manchado de sufrimiento y bañado de esperanza. Un sufrimiento que iba quemando las ilusiones pero que estaba lejos de abandonar la fe. A diario las noticias necesarias para saber que todo iba en marcha eran el motor que movía nuestras fuerzas. Unas pilas cargadas que a mediados de mes estaban restando energía. 


 Noches en las que caías entre tus sábanas derrotada, sudada, desesperada, quizás inquieta, esperando la llamada del hospital anunciando la llegada de un órgano que cambiaría nuestras vidas. Imaginábamos nuestra vida renovada, volviendo a nuestra ciudad natal con una nueva oportunidad, necesitábamos imaginarnos todo aquello para no tirar la toalla. Los días allí eran dolor y molestia. Eran lucha tras lucha. Eran días en los que apostábamos de manera macabra que los accidentes de tráfico aumentasen. Suena mal decirlo, quizás suene peor decir que lo deseábamos. Es duro necesitar la muerte de una persona para salvar la vida de otra, pero cuando ves que una de las personas más importantes de tu vida está a un paso de irse o de quedarse, no deseas otra cosa. 

viernes, 26 de octubre de 2012

Llegada

Cuando cambias por un tiempo ilimitado de ciudad y te vas a una tierra diferente, qué importante es que te traten bien. Que la primera toma de contacto con ese lugar no sea tan brusca como la situación a la que te sometes nada más llegar allí. El saludo de bienvenida del personal autorizado fue memorable. La amargura y el cansancio de aquellas enfermeras fue la carta de presentación de aquel paraíso caluroso al que llegamos a parar. 


Fue dura aquella noche, no recuerdo haber pasado ninguna igual.  Dar la vuelta a la manilla de urgencias supuso darse un tortazo con la realidad. Palidez y dolor. Angustia y Esperanza. Una mezcla de sensaciones que no me gustaría volver a sentirlas. 



miércoles, 24 de octubre de 2012

Londres por Murcia


Sustituyes las rojas cabinas telefónicas por ambulancias. Cambias las grandes avenidas por pasillos infinitos con cierto olor a enfermedad, pasillos fríos de tonos grisáceos. La policía  londinense viste de verde cirujano y sus caballos están disfrazados de enfermeras. La felicidad familiar es sustituida por las malas noticias y las salas de espera se vuelven igual de frías que la ciudad.




 Las estrellas nocturnas camufladas por fluorescentes bombillas de bajo consumo bañan las camas de los pacientes, que asustados temen pasar una noche solos, esas noches de hospital tristes y eternas. 

martes, 23 de octubre de 2012

Aquel mes entero

Durante todo el año no planeas un verano espectacular. Solo te apetece que el silencio del despertador dure meses y que las sabanas enredadas entre tus piernas no te dejen salir de la cama. Quizás el estar relajada y el no tener esa sensación de tener que irte y llegar puntual a todos lados es lo que imaginas como un verano perfecto.

Estiras todas las extremidades de tu cuerpo, te frotas los ojos y vas planeando el día. Tomas cafés, picas un rato y el tiempo se esfuma sin pensarlo. El sirimiri de la ciudad se lleva los días y hace que nos topemos con la fugacidad del tiempo. 


Eres de esa clase de personas que no tienes por qué tener un plan organizado pero no te entra en la cabeza tirar un día por la borda. De repente, te surge un viaje. Hacía tiempo que no hacías una maleta, que no te ponías nerviosa. 
Tu cabeza se había olvidado de crear planes en lugares diferentes. Hacía ya mucho que no te imaginabas fuera de tu entorno. 




Dices que sí a una oportunidad que puede enseñarte mucho, aceptas ir a una realidad exterior que pocas veces podrás conocer. Aceptas una ocasión, que en este caso, aparecería en uno de los peores momentos de tu vida. 


lunes, 26 de marzo de 2012

Mírame






Que la dulzura que desborda tu mirada endulza los días como este

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