viernes, 26 de octubre de 2012

Llegada

Cuando cambias por un tiempo ilimitado de ciudad y te vas a una tierra diferente, qué importante es que te traten bien. Que la primera toma de contacto con ese lugar no sea tan brusca como la situación a la que te sometes nada más llegar allí. El saludo de bienvenida del personal autorizado fue memorable. La amargura y el cansancio de aquellas enfermeras fue la carta de presentación de aquel paraíso caluroso al que llegamos a parar. 


Fue dura aquella noche, no recuerdo haber pasado ninguna igual.  Dar la vuelta a la manilla de urgencias supuso darse un tortazo con la realidad. Palidez y dolor. Angustia y Esperanza. Una mezcla de sensaciones que no me gustaría volver a sentirlas. 



miércoles, 24 de octubre de 2012

Londres por Murcia


Sustituyes las rojas cabinas telefónicas por ambulancias. Cambias las grandes avenidas por pasillos infinitos con cierto olor a enfermedad, pasillos fríos de tonos grisáceos. La policía  londinense viste de verde cirujano y sus caballos están disfrazados de enfermeras. La felicidad familiar es sustituida por las malas noticias y las salas de espera se vuelven igual de frías que la ciudad.




 Las estrellas nocturnas camufladas por fluorescentes bombillas de bajo consumo bañan las camas de los pacientes, que asustados temen pasar una noche solos, esas noches de hospital tristes y eternas. 

martes, 23 de octubre de 2012

Aquel mes entero

Durante todo el año no planeas un verano espectacular. Solo te apetece que el silencio del despertador dure meses y que las sabanas enredadas entre tus piernas no te dejen salir de la cama. Quizás el estar relajada y el no tener esa sensación de tener que irte y llegar puntual a todos lados es lo que imaginas como un verano perfecto.

Estiras todas las extremidades de tu cuerpo, te frotas los ojos y vas planeando el día. Tomas cafés, picas un rato y el tiempo se esfuma sin pensarlo. El sirimiri de la ciudad se lleva los días y hace que nos topemos con la fugacidad del tiempo. 


Eres de esa clase de personas que no tienes por qué tener un plan organizado pero no te entra en la cabeza tirar un día por la borda. De repente, te surge un viaje. Hacía tiempo que no hacías una maleta, que no te ponías nerviosa. 
Tu cabeza se había olvidado de crear planes en lugares diferentes. Hacía ya mucho que no te imaginabas fuera de tu entorno. 




Dices que sí a una oportunidad que puede enseñarte mucho, aceptas ir a una realidad exterior que pocas veces podrás conocer. Aceptas una ocasión, que en este caso, aparecería en uno de los peores momentos de tu vida. 


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