Sustituyes las rojas cabinas telefónicas por ambulancias.
Cambias las grandes avenidas por pasillos infinitos con cierto olor a
enfermedad, pasillos fríos de tonos grisáceos. La policía londinense viste de verde cirujano y sus
caballos están disfrazados de enfermeras. La felicidad familiar es sustituida por
las malas noticias y las salas de espera se vuelven igual de frías que la
ciudad.
Las estrellas nocturnas camufladas por fluorescentes bombillas de bajo consumo bañan las camas de los pacientes, que asustados temen pasar una noche solos, esas noches de hospital tristes y eternas.
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