sábado, 11 de febrero de 2012

Educación


La madurez es una capacidad que está al alcance de todos. Aunque nos eduquemos en un entorno parecido o compartamos las mismas reglas, no todos podemos conseguir llegar a ser maduros algún día. No cabe duda que la parte fundamental de nuestra formación es la infancia, los años en los que como niños soñamos y jugamos con las ilusiones. Es ahí donde somos seres manipulables y fáciles de moldear. Otra parte fundamental de cómo nos criemos es la mentalidad, los valores que tengan nuestros padres y cómo dediquen su tiempo en nosotros. Su forma de educarnos y que es lo que está bien o lo que está mal para ellos. A pesar de los problemas que haya en una familia, de las cosas que puedan influirnos, nosotros mismos tenemos una gran responsabilidad en lo que seamos y en lo que lleguemos a ser. 

Echar en cara a tus padres que tienen gran parte de tus desgracias y que si te hubiesen dado una mejor educación no hubieras salido así, es verdaderamente absurdo. Ellos nos crean con sus mejores intenciones, dándonos en cada momento lo que está en su mano. En esto consiste la madurez, en ser responsable de lo que somos y de cómo nos comportamos. No me considero una persona realmente madura, pero si sé desde hace tiempo valorar lo que me han dado y he sabido que mis actuaciones buenas o malas, han sido fruto de mi persona. La vida nos va enseñando muchas cosas que gracias a éstas vamos aprendiendo y siendo conscientes de lo que nos rodea. 

Los grandes baches nos dan lecciones de vida, no volver a cruzarnos con ellos o por lo menos, sabes esquivarlos, son detalles que aprendemos a base de tropezarnos. 
Que seamos maduros o no, depende de nosotros mismos. Que actuemos de una manera o de otra, depende de nosotros mismos. Al igual que cuando nos equivocamos, eso también es cosa nuestra. 

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